La casa en Elche de Don Isidro

El abuelo Isidro y sus nietos

El abuelo Isidro y sus nietos

En su búsqueda de una habitación confortable a sus propósitos naturistas, Don Isidro no escatimó esfuerzos. Una vez escogido el lugar que le parecía adecuado y dentro de sus posibilidades, pasó buena parte de ese año transportando los materiales de construcción que la obra requería (principalmente cal). La obra por caprichos del antiguo propietario constaba de unas dos o tres hectáreas de sembradío. Estas suministrarían sus alimentos. Pero lo verdaderamente notable no era el sembradío, lo que llamaba realmente la atención era una oquedad alargada que en su tiempo hubiera sido una piscina de haber sido terminada. En la actualidad (la actualidad de la época de Don Isidro), era simplemente eso: un hueco, el que (aproximadamente a la mitad de este) los chicos: Tenio y yo abrimos una especie de “cueva” que nos permitía estar cómodamente en ella, la que utilizábamos para leer los “Miserables”, cosa que hacíamos religiosamente todos los días.

 Sobre la parte más alargada de esta especie de hueco, fue que Isidro construyó lo que sería “su casa” y en perspectiva, en una perspectiva lejana, la casa de sus 7 hijos. Era una perspectiva real pero la Guerra la frustró: quedó nada más la casa del abuelo, la de Doña Isa y la de mi padre Emiliano. Todo esto en tres plantas…ah me faltaba la casita de Manola, la viuda del sastrecillo de Ocaña, fusilado por los franquistas. Esta última no formaba parte de Hueco, sino que estaba algo apartada.

Así, a finales de 1937 en la “casita de Elche”, como ya era costumbre llamar a la casa del abuelo, vivíamos junto a él en aquel reducido espacio: Manola, Tenio, Antina, Elvira y yo durante dos años aproximadamente, hasta que la guerra nos separó en distintas direcciones, provincias y países.

 Fuimos separados pero cada uno llevaba en su mochila las experiencias de vida acumuladas durante todo ese tiempo.

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Alberto Barral: el menor de los hermanos.

alberto barral

Alberto Barral

Varias son las historias que sobre la familia Barral, mi familia, se han escrito y aún se pueden escribir; entrelazadas con el arte contemporáneo, la Guerra Civil Española e incluso con el exilio.

De mi tío Alberto Barral hay mucho que contar. Sobre todo de su legado escultórico, aún visible en las calles de la ciudad de Córdoba (Argentina).

hipocampos

Los dos Hipocampos. Adornan desde 1946 el hall del antiguo y tradicional edificio del Jockey Club Córdoba

En cuanto a mi, siempre he recordado con cariño a Alberto, pues es, junto a Pacita, a quien más próximo estaba. Mis recuerdos de él son, si se quiere, de detalles, pero no por eso menos significativos.

Empezando cuando a muy temprana edad, o sea, cuando aún no iba a la escuela, me enseñó la caligrafía de molde o letras de molde.

Por esa misma edad empezó a llevarme al cine, a un cine de barrio que quedaba cerca de casa, en Madrid. Fue, podríamos decir, la primera actividad social de la que tomé parte.

Luego vino la guerra, los bombardeos fascistas, la separación de las familias, la muerte de mi padre y el período “salvaje” en el campo de Elche, durante el cual el abuelo Isidro no quiso que asistiera a la escuela, diciéndome que él tenía libros de sobra…No recuerdo cuáles leí.

Después de la guerra y de la emigración a la Argentina nos encontramos nuevamente con Alberto, quien había llegado también a ese país. No fue a través de Valparaíso (Chile) que llegó, como cuenta la historia. Escapó del campo de concentración francés y a través de Brasil llegó a la Argentina.

Una vez aquí los recuerdos se remontan a la Casita del Parque Sarmiento, heredada muy oportunamente de mi tío Fernando, el ceramista. En este parque, tuvimos una temporada larga, y fue en su piscina que me enseñó a nadar. Renovaba así la tradición de nadadores de los hermanos Barral que se formó en las presas de las aguas de Sepúlveda.

No fueron muchos recuerdos, pero todos ellos calaron hondo en mí…

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Emiliano Barral: símbolo de un hombre

Emiliano Barral

… “¿Me imaginas a mí haciendo algún día el busto del Rey? Espero no bajar a esos abismos; ni dios, ni patria, ni rey, como en mis días revolucionarios. Hay que ser fiel a los principios” 1…como en esos días Emiliano no vaciló, sino que se dirigió a la guerra sin pensarlo dos veces.

A la guerra, a esa guerra desencadenada por mercenarios y traidores, a esa misma guerra que causó la separación, la tragedia y la muerte en muchas familias. Ahí primero salvó las obras de arte, protegiendo el Tesoro Artístico Español de Templos y Museos.

También ofició una boda entre milicianos: un remanso de paz y esperanza en medio del fragor de los combates; pero luego, ya despojado de toda atadura, no tardó en incorporarse al Frente como Capitán de las Milicias Segovianas. Su hermano Alberto, el menor, estuvo todo el tiempo como queriendo protegerle pero no pudo evitar que un obús fascista segara para siempre el destino de Emiliano.

Sobre su muerte, escribiría el poeta Antonio Machado:

“Cayó Emiliano Barral, capitán de las milicias de Segovia, a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros. Era tan gran escultor que hasta su muerte nos dejó esculpida en un gesto inmortal.”

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Un rencuentro con Emiliano Barral

«La boda de los milicianos» Fecha: 1936 (18 de octubre) / Copia posterior, 1984 Técnica: Gelatinobromuro de plata sobre papel Dimensiones: Imagen a sangre: 29,8 x 39,8 cm Categoría: Fotografía Año de ingreso: 1988 Nº de registro: AS10966

Hace varios días una de las lectoras de mi blog “Ruedadelavida” me escribió curiosa sobre una foto que había encontrado de casualidad. Se trataba de una foto familiar, y digo familiar pues no fue difícil para mí advertir a primera vista que la figura central de esta foto no era otro que mi padre el escultor Emiliano Barral.

Muchas han sido las fotos que sobre mi padre y en particular sobre su obra han sido expuestas en los diferentes Museos españoles. Pero sin embargo, poco se conoce sobre algunos de los episodios vividos por él en El Frente de Madrid durante la Guerra Civil.

En esta foto, que he querido compartir con el resto de mis lectores, se puede advertir como Emiliano presidía una boda entre milicianos del Frente. Junto a él su hermano menor Alberto (Gelasio, para los hermanos), quien por propia iniciativa había decidido permanecer a su lado y protegerlo. La foto esta en exhibición en el Museo Reina Sofía, como parte del la colección de fotografías de Alfonso Sánchez Portela. ¡Que imagen tan genial e histórica! Vaya que momento de una España joven y llena de optimismo para el futuro

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El movimiento de las estrellas en el Firmamento

La Astrología es también donde se originan las más diversas interrogantes espirituales, es decir, cómo estos Cuerpos Celestes podrían definir nuestro destino e influir sobre las personas.

 Más recientemente, la observación directa de los Cuerpos Celestes se ha reemplazado por el estudio de las Tablas Astronómicas, que muestran, meticulosamente, la posición de cada Cuerpo Celeste en el momento y la hora precisa del nacimiento. Lo anterior permite establecer la posición del Sol, la Luna, los distintos Planetas, la Osa Mayor y la Osa Menor, Casiopea, Sirio y demás estrellas en el momento del nacimiento de una persona. Esto es lo que los astrólogos modernos llaman Carta Astral, expresión esta que se ha generalizado y popularizado, y no siempre reviste la misma exactitud.

En Astrología, como en las ciencias exactas, hay que proceder con sistematicidad. Así lo primero es determinar la posición del Sol en el firmamento en el momento exacto del nacimiento de la persona. De aquí se derivan en primer lugar la ubicación del Sol en su posición astronómica. Subrayo la posición astronómica para distinguirla de la posición en el signo astrológico, es decir, en cada uno de los 10 símbolos (representados por animales) que se denominan Signos del Zodíaco (Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Sagitario, Escorpio, Capricornio, Acuario, Piscis. En realidad, a cada uno de estos signos se le asigna un significado genérico que hay que tener en cuenta al iniciar el análisis de la Carta Astral. Este significado “genérico” es válido para todos los nacidos bajo este signo, aunque se modifica según la posición exacta del Sol y de los Planetas en el momento de nacimiento. Tanto es así que se ha generalizado la expresión “yo soy libra” “yo soy sagitario”, etc con lo cual lo único que se expresa es que nació bajo la influencia “genérica” de estos signos, sin tener en cuenta las decenas de influencias sobre este, como veremos más adelante, que se derivan de la posición relativa de un signo con respecto al otro y de los planetas que se hallan en ese signo al momento de nacer. Todo eso de conjunto suele determinar, aunque no de forma absoluta, el “destino” de cada individuo revelado a través de la Carta Astral.

 Otro elemento a tener en cuenta son los aspectos astrológicos, los que se corresponden a las distancias que existen entre dos o más planetas e indican cómo se relacionan diferentes facetas de nuestra vida Por aspectos astrológicos entendemos: oposición (180o), conjunción (0o), sextil

(60o), trígono (120o) y cuadratura (90o). Las posiciones relativas entre los distintos astros también pueden ser negativas como la oposición o positivas como el trígono.

Es fácil advertir las múltiples combinaciones que se derivan de los astros y de los signos. Pero se equivocan quienes piensan que ya con esto se ha agotado el campo de la astrología, pues queda un gran camino por explorar: las casas que de conjunto, conforman el gran edificio celeste de las Casas. Porque independientemente de los signos, aunque relacionados con ellos, existen estructuras celestes, llamadas Casas (doce divisiones de la esfera eliptica) que albergan en distintas épocas del año los correspondientes planetas y que se corresponden cada una de ellas a un signo del zodiaco diferente. Así por ejemplo no es lo mismo haber nacido con el Sol en Aries en la Casa primera, que haber nacido en ese mismo signo de Aries pero a una hora que corresponde al paso de otro planeta por esta misma casa y así sucesivamente.

 Esto tiene un significado astrológico pero también un significado astronómico, es decir, válidos para los astrónomos y digamos, para los marinos, que de acuerdo a donde ven la estrella Sirio calculan la hora de la noche y calculando la hora de la noche pueden calcular la distancia que la separan de un punto determinado, es decir, establecían la equivalencia de la distancia y el tiempo.

 Lo dicho hasta ahora sirve en primer lugar para mostrar la relatividad del conocimiento astrológico, el juego de los signos y las Casas, el alternar de las estrellas y los Planetas, en constante movimiento, y la infinita variedad a que todos estos elementos dan lugar.

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Las estrellas del Firmamento

Se le llama Astrología a ciertos conocimientos derivados del Sol, de la Luna y de los Planetas, utilizados para el saber supuestamente científico, sobre la vida y el futuro de las personas. Decimos supuestamente científico, porque en realidad no se trata de un conocimiento científico en el sentido habitual de los términos, ó sea no pertenece a las Ciencias Exactas: Físicas o Matemáticas, aunque sí se vale de determinados conocimientos de estas Ciencias para hacer suposiciones (supuestamente) fundamentadas sobre aspectos de la vida, la salud, el destino, la riqueza y otros aspectos de interés personal, que no es habitual descubrir por los métodos corrientes.

La Astrología ha ejercido siempre una fascinación especial justamente porque supone da respuesta, con una detallada observación de los astros, a preguntas cotidianas de la vida que por otro medio no se obtienen.

Es de señalar que los conocimientos de la Astrología se obtienen supuestamente por la observación directa o indirecta de los Astros: los Planetas, la Luna y otros Cuerpos Celestes, y que esta observación generalmente, se obtiene mediante variados instrumentos ópticos como los primitivos catalejos. Estos eran instrumentos ópticos monoculares que fueron empleado en la antigüedad y en tiempos remotos por marinos, naturalistas y ornitólogos. El catalejo fue también uno de los instrumentos de observación astronómica más antiguo, aunque en realidad el más antiguo correspondería al ojo humano. Luego le sucedieron los telescopios modernos, de mayor o menor resolución.

 Más aún, desde hace cierto tiempo, no es infrecuente que en determinados sitios: “Observatorios Astronómicos y Astrológicos” coincidan “observadores del cielo” de ambas categorías. También existen los “astrólogos aficionados” que basan su saber en la observación de los cuerpos celestes más visibles (el Sol, la Luna, la Osa Mayor, Sirio, Casiopea, la Osa Menor, etc.).

Esto es en cuando a la observación de los Cuerpos Celestes, que en buena ley es donde se origina la Astrología.

Contra lo que pudiera creerse, los marinos no fueron los únicos y tal vez ni siquiera los primeros en servirse de las estrellas para orientarse. En las inmensas arenas del Desierto del Sahara, ya siglos atrás, los Tuareg, que debían recorrer inmensas distancias en pleno desierto para hallar su sustento (agua, comida), se guiaban por los cuerpos celestes: por la Osa Mayor (cuando esta era visible) y por Casiopea, si esta no lo estaba, para encontrar su rumbo.

 Otro tanto harían siglos después y en otras latitudes los marinos que, en la búsqueda de tierras lejanas, necesitaban encontrar el Norte, para llegar sabe Usted a que ignotas tierras: también ellos se orientaban por la Osa Mayor y por Casiopea cuando estaban en el Hemisferio Norte. Si por el contrario, se dirigían al sur, entonces buscaban la Cruz del Sur, y así no perderse en el inmenso océano.

 Estas son algunas de las primeras aplicaciones que los hombres encontraron a la Astrología, a través del ojo humano y de los catalejos primitivos, generalmente en las grandes inmensidades de la tierra y los océanos. Más no tardaron en pasar a tierra firme y con ella la civilización que empezaba a desarrollarse, surgieron otros usos, más sofisticados y a la vez también más místicos para esos mismos Cuerpos Celestes dando lugar así al surgimiento de la Astrología y la Astronomía.

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Una utopía hecha realidad

El comandante Eduardo Bernabe Ordaz

Su nombre era Eduardo Bernabé Ordaz, y era conocido como “Papá Ordaz”. Hace poco veía un documental sobre El Hospital Psiquiátrico de la Habana (popularmente conocido como Mazorra) en el que su hijo, Roberto Ordaz, recordaba como su padre, había dedicado toda una vida a convertir una utopía en realidad: trasformar un infierno dantesco en un  lugar digno para el tratamiento y recuperación de los enfermos mentales.

El Comandante Ordaz, fue quien la Revolución puso al frente de la institución cuando esta era un “depósito de locos”, hacinados, mal alimentados y sin tratamiento médico alguno. Fue buena la elección de Fidel, pues Ordaz mostró poseer unas dotes organizativas y sentimientos humanos que le permitieron en un plazo, relativamente breve, trasformar radicalmente el “loquero” y convertirlo en una institución modelo, que unía el tratamiento medicamentoso, con (en el caso de los pacientes crónicos) el deporte y el trabajo, con lo que les preparaba para después del Alta.

Mazorra Hospital de Dementes. Mujer demente «furiosa» maniatada en celda, 1900

Yo lo conocí personalmente, no simplemente de oídas, una tarde que me llevé a mi grupo de estudiantes de Psiquiatría a entrevistarlo. De paso pude lucir mis dotes terapéuticas sacando a un paciente que llevaba dos o tres días en estado catatónico, es decir:  inconsciente e inmóvil por completo. Yo me arrodillé a su lado y le estuve murmurando por unos 15 ó 20 minutos unas palabras (cuyo secreto he guardado hasta el presente). Lo cierto es que en pocos minutos “se despertó”, completamente lúcido. Las palabras se basaban en la interpretación del significado posible de su actitud de abandono y aislamiento del mundo y mi solidaridad y compasión con él, fuera cualquier cosa “mala” la que hubiera hecho o buena la que hubiera dejado de hacer. Esto, al parecer, “diluyó” los sentimientos de auto castigo que lo afectaban, y, liberado de los sentimientos de culpa lo trajo nuevamente a la nueva realidad que estaba viviendo, relacionándose inmediatamente con el terapeuta, la primera persona que encontraba, quien, así, pudo orientarlo  nuevamente a la realidad. Fue un caso bonito y exitoso, que debió quedar grabado en más de uno de los estudiantes del grupo.

Ordaz, hizo realidad una utopía, un sueño, la utopía de creer al igual que José Martí, que era importante poner “un poco de locura en la cordura”.

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Un grupo del MININT en la cima del Pico Turquino

Foto en la cima del Pico Turquino

Esta es la foto de un grupo de compañeros del MININT, que subimos a la cima del Pico Turquino por los años setenta. En aquel entonces esto lo hacíamos con cierta frecuencia, habitualmente con ropa de “campaña”

El Pico Turquino es la elevación más alta de Cuba, con 1,974 metros sobre el nivel de mar. Se encuentra situado en el centro de la Sierra Maestra, la mayor cordillera del país.

Por su altura y lo inaccesibles de sus abruptos senderos, para llegar allí nos tomó todo un día, habíamos subido por unos de sus accesos, desde la carretera de Santiago y llegamos a su cima bien entrada la noche, rendidos de cansancio, frío y hambre, durmiendo al descubierto, para descender a la mañana siguiente. La bajada fue más corta y más suave (siempre lo es).

Visitar el lugar tenía un valor simbólico para nosotros. Basta recordar que en el centenario del nacimiento de José Martí (1953), Celia Sánchez Manduley, acompañada de su padre, subiría hasta la cima del Turquino un busto del apóstol.

De izquierda a derecha Jilma Madera (escultora) y Celia Sánchez Manduley, junto al busto de José Martí en el Pico Turquino. Foto: Juventud Rebelde

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Disciplina militar

Vestido de militar, atendiendo la fiesta de cumpleaños de mi hija Ana Maria.

Vestido de militar, atendiendo la fiesta de cumpleaños de mi hija Ana Maria.

Al producirse la primera movilización masiva para la lucha contra bandidos, Isabel y yo nos presentamos en una oficina de reclutamiento. Fuimos aceptados inmediatamente, nos dieron uniformes militares y nos asignaron el destino: Isabel iba a estar en un estado mayor situado, según me enteré después, en los túneles del Castillo del Príncipe; a mí me asignaron a una unidad militar del Reparto Eléctrico, en el cordón defensivo de La Habana, donde se encontraba una unidad de infantería.

Mi cargo era de médico de batallón. No me dieron ningún arma, solo la mochila con las medicinas a mi cargo. Allí estuve haciendo vida militar y cumpliendo con las funciones de médico militar que nadie me había enseñado.

Recuerdo un episodio: un oficial, teniente para más detalle, se presentó ante mí quejándose de una serie de síntomas abigarrados. Mi primera impresión no me engañó: el hombre estaba simulando y el diagnóstico fue “apendejamiento agudo”. Así se lo comuniqué a mi jefe, quien tomó las medidas disciplinarias indicadas para estos casos. Estábamos en tiempo de guerra.

La movilización de esta unidad duró aproximadamente un mes, al cabo del cual fuimos desmovilizados. No fue mucho antes que me enteré de que esta era una unidad militar del Ministerio del Interior (MININT).

A lo largo de este período pude conocer, creo que a sus instancias, al jefe de servicios médicos del MININT, el doctor Julián García Oliva. En uno de estos encuentros, el doctor Oliva me preguntó si estaría dispuesto a incorporarme nuevamente a la vida militar. Le contesté con un ¡sí! que apenas pudo disimular la alegría interior que sentía, pues yo había venido a Cuba dispuesto a luchar y una de mis mayores frustraciones consistía en que llegué tarde, por pocos meses, para defender la isla en Playa Girón.

Cosa de dos o tres meses después, el doctor Oliva me llamó nuevamente a su despacho en el Edificio Odontológico y me dijo: tu unidad se moviliza nuevamente para reforzar el perímetro de La Habana, ¿podemos contar contigo? –Claro que sí, le contesté. Me dijo entonces que debía presentarme el día siguiente en el punto de reclutamiento ya conocido por mí, de completo uniforme.

Así lo hice. Esta vez fui solo; las relaciones con Isabel se habían enfriado y estábamos en trámite de divorcio. Esta movilización, a diferencia de la anterior fue menos excitante: era más un ejercicio defensivo del perímetro de la ciudad.

Estos hechos fueron los que condujeron a mi posterior incorporación, como médico del MININT, quedando por lo tanto, sujeto a la disciplina militar. Y esta fue la causa también de que en marzo de 1965 yo me presentara, de completo uniforme, en casa de Laly para pedirle al padre la mano de su hija.

Pero no todo fue fácil: no había tenido en cuenta la disciplina militar del MININT, la que establecía que en caso de matrimonio el oficial debía notificarlo previamente a la superioridad, la cual daba la aprobación. Al hacerlo, una semana después me citaron a la jefatura y me dijeron que habían analizado el caso y no podía casarme pues había sospecha de que esta María Eulalia Cusidó estaba “influída por el enemigo”. A mis preguntas respondieron que estando ella ingresada en el Hospital Calixto García, un agente del G-2, con fachada de contrarrevolucionario, le había dicho que el G-2 lo perseguía y que necesitaba desprenderse de la pistola que llevaba. Supuestamente, esta Cusidó lo había ayudado. Pedí apelación pero fue en vano y me dijeron que tenía que cortar inmediatamente las relaciones y cualquier contacto con ella. Así lo hice –por disciplina– pero decidí hacer mi propia investigación. Descubrí que Laly no había estado nunca ingresada en el Calixto y que el oficial del G-2 posiblemente la confundiera con una prima de ella: Silvia, de la misma edad aproximadamente que sí había estado ingresada en dicho hospital. Todo esto lo descubrí mediante conversaciones que sostuve con María del Carmen, la mejor amiga de Laly. A través de ella me enteré también de que Laly no se explicaba mi conducta y no obstante seguía esperándome. Ya yo tenía “el caso”, se habían equivocado de persona. Pedí una reunión con el oficial de seguridad que atendía “ese caso” y le expuse los hechos. El oficial se excusó aduciendo la presión de trabajo que tenían, y el asunto quedó zanjado. Inmediatamente fui a ver a Laly y nos pusimos a preparar la boda, que festejamos el 18 de mayo de 1965.

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Fernando Arranz, artista del fuego

Mi tio Fernando Arranz

Las manos de mi tío Fernando eran manos de artista, no cabía la menor duda. De artista, por las obras de arte que creaba, pero además, eran manos estilizadas, con dedos que se iban afinando y terminaban en forma cónica, como si hubieran sido tallados, como en realidad lo habían sido, tras muchos años de trabajos delicados cuyo resultado final era siempre una obra de arte: un dibujo, una acuarela, un bibelot, un mosaico o una figura de cerámica. Mientras sus manos trabajaban, sus ojos semientornados iban acariciando la materia, el papel, la cartulina, la arcilla, el esmalte…

Pero esos dedos de artista, no se detenían ahí, una parte de sus obras, de esculturas modeladas y esmaltadas en colores brillantes, pasaban todavía por una etapa final, una etapa que convertía la frágil materia en una obra perenne por la acción del fuego… porque mi tío no solo producía obras pasajeras sino que era a la vez el mago del fuego, y no del fuego simple, sino que años de estudio habían logrado recrear los reflejos metálicos, la antiquísima técnica de los árabes que imprimía a las piezas de los más diversos colores la tonalidad del metal, de un metal dorado que no se encontraba en la naturaleza. Por eso, cada nueva obra que salía de sus manos de artista, era una obra única e irrepetible.

Fernando Arranz, forjador de esta nueva forma de arte, la había creado en los tornos y hornos de La Escuela Nacional de Cerámica de Buenos Aires, y su secreto estribaba en unos papelillos que envolvían la sustancia activa: la resina, que al entrar en contacto con las llamas del horno producían una llamarada que daba lugar al cambio de color en los esmaltes. Esta técnica era fruto de los experimentos reiterados de Fernando Arranz con las figuras que surgían de sus ágiles dedos y de la química secreta de los árabes, que él había estudiado acuciosamente durante largos años.

No sé si esa técnica fue continuada o no por algunos seguidores; yo la presencie día tras día cuando apenas tendría doce años. Después la vida nos separó irremisiblemente.

De él se quedaron grabados en mis pupilas, sus dedos de artista y la magia del fuego.

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